Nos hemos quedado sin trabajo.
Tanto si lo hemos decidido nosotros como si no, es una situación temporal que debemos afrontar de la forma más equilibrada posible. Al quedarnos en situación de desempleo nuestra mente y nuestro cuerpo se activan de forma de que interpretan la situación como una alerta a la que hay que dedicarle esfuerzo para generar alternativas de solución. Si fuésemos Neanderthales, sería algo así como una situación de inseguridad generada por el peligro de quedarnos sin disponibilidad de alimento. Nuestros antepasados sabían que el inmovilismo, el no hacer nada, era tan peligroso o más como quedarse sin sustento, con lo que la acción para el cambio tomaba un papel principal.
¿Qué podemos hacer cuándo nos quedamos sin trabajo?
- Díselo a todos tus contactos, y recuérdales con relativa frecuencia que estás en proceso de búsqueda de empleo. Cuanta más gente lo sepa, será más fácil que se acuerden de tí para avisarte de una oferta con la que se acaban de encontrar, o de recomendarte para un puesto en la empresa donde trabajan.

- Realiza un barrido de los principales portales de empleo, páginas de ofertas de trabajo… y busca puestos relacionados con tu perfil. En un principio, no limites los filtros por localización geográfica. Busca en toda España, o incluso, en función del puesto, en otros países. Fíjate en qué es lo que la demanda profesional requiere: Qué titulaciones están valorando, qué actitudes piden, o qué idiomas están demandando y que puede que tú no tengas actualizado en tu curriculum. La clave está en percatarse de los títulos, idiomas o competencias que en estos momentos están valorando las empresas a la hora de contratar. Cuando hayas analizado aquello en lo que no estás actualizado, plantéate aprovechar el tiempo de desempleo para ajustar tus conocimientos a lo que en estos momentos demanda el mercado laboral en tu perfil.
- Dedica un tiempo a actualizar tu curriculum. Muchas empresas incluso tienden a preferir un formato más moderno, actual o creativo. Te sorprenderías de la cantidad de formatos existentes y que pueden ayudarte a dar una visión más renovada de tu perfil profesional. De todas formas, te decantes por la versión clásica o moderna, no dejes de actualizar tu curriculum antes de entregarlo.
- Crea una rutina: Es cierto que ya no tenemos obligaciones laborales que nos impongan levantarnos temprano, pero yo recomiendo que se sigan manteniendo las rutinas de cada día en mayor o menor medida. Esto implica madrugar, vestirse y arreglarse (nada de estar en pijama todo el día), y salir a la calle. Dedicar el tiempo a hacer algún deporte y a cuidarse también es un acierto. Nos ayudará a mantener la autoestima y a sentirnos más atendidos.
- Ve a todas las entrevistas de trabajo que te propongan. Aunque a priori creas que puede ser un puesto que no te interese. Te ayudará a estar atento a las preguntas que te haga el reclutador, y a ganar confianza para las sucesivas. Además, ganarás en reflejos ante preguntas difíciles. Es posible que un día no contestes bien, pero lo harás mejor en la siguiente ocasión.
- Siéntete útil: Es importantísimo para mantener la autoestima y unos objetivos a corto plazo. Actividades de voluntariado en alguna organización pueden ser una buena idea para aumentar nuestros sentimientos de competencia además de para ampliar nuestra red de contactos. Asimismo, el ser voluntario es una cualidad positivamente valorada en muchas empresas. Yo no dejaría de incluirlo en el curriculum.
- Empieza a buscar alternativas de trabajo cuanto antes. No tomes el período de desempleo como unas vacaciones. Descansa, eso sí, y si quieres tómate un par de días libres o tres, pero mantente activo en la búsqueda de trabajo. A veces la sensación de “estar de vacaciones” nos hace adoptar unas costumbres que más tarde nos cuesta dejar. Nuestra mente deberá estar abierta a nuevas posibilidades de trabajo.
- No pierdas el ánimo. Es cierto que no es fácil encontrar posibilidades de empleo, pero una de las claves del éxito, es la persistencia. 😉
“Nuestra gloria más grande no consiste en no haberse caído nunca, sino en haberse levantado después de cada caída”
Confucio