Que comience un nuevo año nos permite varias cosas: Hacer un repaso de lo que fue el año anterior, y tener voluntad de mejora para el siguiente.
Pero… ¿Cuántas veces hemos hecho propósitos para la nueva etapa que en un par de meses hemos dejado volar con la consecuente frustración que nos genera? ¿Dónde está el error? ¿Es falta de fuerza de voluntad?
Detectamos un aspecto a mejorar en nuestra vida, y nos lo planteamos como meta para el nuevo año.
Un ejemplo mítico es: Aprender o mejorar un idioma. Entonces nos proponemos para el año nuevo podría ser, por ejemplo, aprender chino. Empezamos con fuerza, pero unos meses más allá, flaquean las fuerzas y lo dejamos. ¿Qué ha ocurrido aquí?
- Tómate un tiempo para ti y piensa, sinceramente: ¿Por qué motivos no he sido regular con mis propósitos del año anterior? Por ejemplo:
- No he ido regularmente a mis clases de chino porque no me organizo bien en el trabajo.
- No he acudido a la academia porque no me sentía ni con energías ni motivado para hacerlo, porque realmente no quiero aprender chino.
Este primer paso es importante porque te ayudará a definir mejor el enunciado de tus nuevos objetivos.
- Una vez conocidos los motivos reales por los que no has llevado a cabo tus metas, debes redefinirlos, en función de tus verdaderas necesidades y responsabilidades.
- Si en el punto anterior he llegado a la conclusión de que no soy una persona organizada, el objetivo real es trabajar en mi capacidad de organización. Así lograré organizar mejor mis horarios para ir a las clases.
- Establece hábitos para conseguir tus objetivos: Comienza por pequeñas modificaciones en tu día a día, pero recuerda que para establecer un hábito debemos ponerlo en práctica. No sirve de nada obligarnos a realizar una conducta desproporcionada en tamaño y tiempo, porque será más difícil llevarla a cabo y nos frustraremos.
- Voy a ir dos días a la semana a la academia.
- Cada semana veré una película en chino con subtítulos para mejorar mi pronunciación.
- Busca un momento en tu día a día para incorporar ese hábito, o ese nuevo objetivo, en función de tus responsabilidades diarias. Facilítate la consecución de ese objetivo. Si tu objetivo es hacer más deporte, busca un momento en la semana en que no tengas tanto trabajo, o bien, proponte subir a casa por la escalera en vez de en ascensor.
- Sé flexible, pero estricto a la vez. Si un día de esos dos que te has propuesto ir a la academia, no puedes hacerlo, no te fustigues, pero no aproveches la circunstancia para no ir el segundo.
- Tu objetivo debe ser alcanzable y depender de ti. Esto significa que, por ejemplo, si yo me propongo encontrar pareja este año, pero quiero que mi pareja sea un alto ejecutivo de una importante multinacional, ese objetivo no depende únicamente de mí, sino que también depende de la opinión que tenga el ejecutivo.
- Optimiza los recursos que debes utilizar para alcanzar tu meta: Con recursos me refiero a los medios económicos y también personales. Quizás ir a vivir a China sea una forma eficaz de aprender chino, aunque supone muchas demandas económicas y personales.
- Piensa en los demás: En el punto número 5 recomendaba que tus objetivos deben depender de ti. En el diseño de algunas metas que nos proponemos, a veces olvidamos que nuestros propósitos tienen consecuencias sobre los demás. Por ejemplo, si decido que en este año voy a alimentarme de forma más saludable y limitar mi consumo de sal, y en casa somos 4, debo pensar que, o bien “obligo” a los demás a comer sin sal, o bien debo hacer dos versiones de menú. Esto último, consume más recursos personales, y debo tenerlo en cuenta.
- Motívate: A medida que vayas estableciendo esos hábitos, prémiate. Ya he hablado en el blog de la importancia de las recompensas, y en el proceso de consecución de tus objetivos cobra muchísima importancia.
- No intentes tener éxito en un día o dos. Lo más probable es que no sea así. En compensación, establece pequeños pasos para conseguir tu meta y considéralos como éxitos.
- No es cuestión de fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad no es una característica de personalidad. No hay personas con o sin fuerza de voluntad. Hay personas motivadas o no para algo. No condiciones tu autoestima a los resultados de tus objetivos. No eres peor persona si no consigues un objetivo propuesto, aunque quizá debas ser franco contigo mismo y responderte por qué no lo has conseguido. Vuelve al punto 1. 😉
Un logro espectacular está siempre precedido por una preparación espectacular.
Robert H. Schuller