Tengo un problema de pareja difícil de solucionar. Tengo 36 años y llevo ocho años de relación con mi pareja y cinco viviendo juntos. Yo tengo claro que quiero tener hijos pero él no. Al principio de la relación él me dijo que en algún momento los quería tener y yo me aferré a eso. Pero a día de hoy sigue sin saber cuándo llegará ese día o si tan siquiera llegará. Es muy frustrante porque nos amamos, pero me planteo dejarle ya que creo que no tenemos los mismos objetivos. No me veo capaz de renunciar a la maternidad, pero tampoco quiero renunciar a mi pareja, con la que he sido muy feliz.
Esta situación se da más a menudo de lo que podamos pensar. Mayoritariamente se produce en la intimidad, y es cuando las discrepancias se hacen muy evidentes cuando los miembros de la pareja se desahogan fuera del hogar.
Es realmente cierto que es una dificultad muy compleja. Para continuar con la relación, uno de los dos debería ceder. Y es una tarea ardua, sobre todo, si los dos tienen claras sus posiciones.

Quizás, como primer paso, sería adecuado que cada miembro de la pareja se sincere de verdad consigo mismo. ¿Qué es lo que quiero/no quiero? y ¿Por qué lo quiero/no lo quiero? Es muy importante responderse con sinceridad a estas preguntas. Muy importante. A veces incluso puede resultar difícil. No llegar a una respuesta en concreto, o darte cuenta en el proceso que quizás no lo tenías tan claro como pensabas. Puede llevarnos incluso varios días pensar en ello.
Esto lo digo porque en muchas ocasiones deseamos cosas por presión social (en cualquiera de los miembros de la pareja), o por factores que tienen una solución diferente a la que imaginamos. No nos quedemos en un principio con un sí o un no. Quedémonos también con los porqués. Con nuestros porqués.
¿Qué causas pueden llevar a una persona a no querer tener un hijo?
- Creencias rígidas e instauradas sobre la maternidad/paternidad: Muchos padres o madres tienen la creencia de que determinadas responsabilidades deben recaer en uno de los miembros de la pareja en concreto. En ocasiones estas ideas irracionales vienen dadas por las estructuras familiares de padres, amigos, familia… que nos llevan a pensar: “Yo eso no lo quiero para mí. Me da miedo” De hecho, una de las frases más repetidas por amigos o familiares es: “Ya verás cuando vosotros tengáis uno… Se os va a acabar la buena vida”, “Verás lo que se sufre, verás…”. Todas estas ideas, repetidas una y otra vez, acaban sentando cada vez más la creencia de que uno de los dos no quiere meterse en “esos líos”.
- Miedo a la responsabilidad: Este factor está muy relacionado con el anterior. Aunque lo separo porque desde mi punto de vista, va mucho más allá. Saber que un hijo determinará tu futuro (que lo hará), para bien y para mal, a veces es una conclusión de peso. Sin embargo, lo que más preocupa es lo último. Pensar que a veces no podremos ayudarle como se merece, que quizás el futuro sea francamente incierto laboralmente, y la dificultad de ver sufrir a alguien a quien queremos, en ocasiones nos lleva a tomar una conclusión tajante.
- Inseguridad: A nuestro alrededor vemos parejas con hijos que desgraciadamente han tomado la decisión de separarse. En función de nuestros esquemas sobre cómo conceptualizamos la pareja, a veces la separación es vista como un fracaso enorme, sobre todo cuando hay niños. De repente, la inseguridad nos invade y de nuevo pensamos que nosotros no queremos pasar por eso. Es, en definitiva, una creencia rígida más.
- Diferencias de criterios en la pareja: En ocasiones, los miembros de la pareja se perciben tan diferentes que uno de los dos puede pensar que “Si no nos ponemos de acuerdo ni para las tareas del hogar, cómo vamos a hacerlo con un hijo” Pues claro que habrá diferencias. Sois dos personas distintas. J Sin embargo, la clave no se encuentra en la presencia o no de diferencias, sino en la resolución o no de los mismos. ¿Sois capaces de solucionar adecuadamente vuestros conflictos? En caso de haber contestado que NO, ¿Creéis que podéis ser capaces aprender a hacerlo?, ¿De superaros?
- Historias familiares pasadas: A veces, las historias vividas con nuestras familias pueden determinar nuestras decisiones futuras. Si uno de los miembros de la pareja ha sufrido vivencias familiares extremas (maltrato, algún tipo de abuso, divorcios traumáticos…) puede llegar a la conclusión de que no quiere correr el riesgo de que a él/ella le pase lo mismo.
- Falta de apoyos: Muchas parejas echan mano de familiares para ayudar a cuidar a sus pequeños cuando ellos están ocupados laboralmente. A veces, por diversos motivos, esos apoyos no se encuentran cerca, y acudir a servicios públicos o privados como escuelas infantiles, se hace francamente difícil (debido a las dificultades de acceso o al gasto que supone el recurso). Es una cuestión muy práctica, pero real, que en ocasiones obliga a la pareja a renunciar a tener un hijo.
Estas son algunas de las razones por las que uno de los miembros de la pareja no desea tener hijos. Muchas de ellas, pueden solucionarse de un modo u otro, en función de las necesidades de cada pareja (organización de recursos económicos, terapia individual o de pareja…) Es por eso, que es necesario contestar con franqueza a nuestros porqués de una decisión.
Sin embargo, ¿Qué podemos hacer?
- Sentaos y hablad: Dialogad, dialogad, y dialogad. Intentad entenderos, comprender los miedos y necesidades del otro. Recuerda: Lo importante no es no tener conflictos, sino si los solucionamos adecuadamente o no.
- Respondeos con sinceridad, pero con asertividad: En primer lugar, a vosotros mismos, y después, al otro. No cometáis el error de mentir, o hacer falsas promesas por no dañar a nuestra pareja.
- Resolved: Una vez hayáis determinado las razones, y hablado sobre ellas, determinad qué dificultades podéis subsanar, y cómo lo haréis, y cuáles debéis aceptar.
- No olvidéis a vuestra pareja: Decidáis tener hijos o no finalmente, si decidís continuar juntos, no olvidéis que ha sido vuestra decisión. Si vienen hijos, procurad dedicaros tiempo de calidad, y si no vienen, recordad que os tenéis el uno al otro.
“Exigir a los progenitores que estén libres de defecto y que sean la perfección de la humanidad, es soberbia e injusticia.”
Silvio Pellico