¿Qué saben los niños sobre la muerte? Primera y Segunda Infancia

En la entrada anterior ¿Hay que explicar la muerte a los niños o hay que evitar ese trago? Se concluía la importancia de hablar a los niños de la muerte, explicando las razones para hacerlo. Sin embargo, también se decía que era necesario adecuar las palabras utilizadas a la edad del pequeño.

Para esto es muy útil conocer qué saben los niños sobre la muerte. En la mayoría de las ocasiones, y salvo excepciones, la referencia que nuestros pequeños tienen sobre la muerte, es a través de películas o dibujos animados. Audiovisuales como El Rey León, Buscando a Nemo, o Mascotas, hablan en mayor o menor medida de la muerte. Un estudio de la University College of London, en conjunto con la University of Ottawa, concluye que en las películas infantiles los personajes mueren en un 2,5% más de ocasiones que en las de adultos. Teniendo esto en cuenta, podría determinarse que sí, que los niños algo saben sobre la muerte.

Si aún así, no sabemos qué es lo que piensa nuestro hijo sobre la muerte, es bueno preguntarle. Podemos aprovechar algún momento, alguna escena en alguna película, por ejemplo, para preguntar qué cree que es la muerte. Así, sin miedo, utilizando la palabra “muerte”.  En una ocasión, una niña de 8 años me contó que su madre lloraba mucho porque su abuelo había muerto. Lo contó con mucha naturalidad. Aproveché para preguntarle si sabía qué significaba eso. Contestó que sí. “Estar muerto quiere decir que Jesús viene a buscarte y te vas con él.” Después de dos segundos continuó: “Y a ver cuando Jesús le dice a mi abuelo que vuelva, porque yo no quiero que mi madre llore más”

Con esta anécdota me gusta reflejar que los niños no se quedan tan sólo con la frase que les decimos, sino que su cabecita sigue funcionando y elaborando conclusiones en base a lo que él conoce. Y esas deducciones en muchas ocasiones no son correctas. Esta niña, no sabía lo que era la muerte y seguía esperando que su abuelo regresase a casa. Es nuestra responsabilidad como transmisores de un mensaje, conseguir que nuestra idea se entienda. Si somos capaces de conseguir que el pequeño nos comprenda, nos ayudará mucho en el momento de la crisis tanto a nosotros como a él.

Infancia: 24 meses – 6/7 años

Los niños de este período de edad todavía no han adquirido la comprensión de lo que significa morir. La muerte, la paz, el tiempo… son conceptos muy abstractos que todavía no pueden entender. Su mundo es mágico, centrado en descubrir cómo funcionan las cosas. Su experiencia es que cuando su mamá o papá se van a trabajar, vuelven al cabo de unas horas. Así, su expectativa es que si les decimos que alguien ha muerto, podrá volver. Al fin y al cabo, Calamardo sufre una y otra vez aventuras y desventuras que provocan su muerte (aplastado por piedras, casas…) y en la siguiente escena aparece de nuevo como si no hubiese pasado nada. Exactamente igual ocurre en los dibujos animados George de la Jungla, donde un tarzán llamado George sufre aplastamientos de rinocerontes volviendo a la vida instantes después. Recuerdo cuando era pequeña que creí poder “resucitar” a un renacuajo muerto cambiándole el agua e introduciendo comida en ella. Tenía unos 7 u 8 años.

En ocasiones, los pequeños de esta edad también pueden relacionar sucesos recientemente ocurridos con la muerte. Imaginad que una abuela dice a un niño “vas a acabar conmigo”, y unas semanas después fallece. No sería extraño que el pequeño pensase que ha sido culpa suya o que ha tenido algo que ver.

También es frecuente en estas edades creer que la muerte es contagiosa. Es relativamente fácil que, si en el colegio el niño se ha enterado de que ha muerto el papá de un amigo, llegue a casa y pregunte algo así como… ¿y tú también te vas a morir? Dedicaré una entrada en exclusiva en el blog para responder a preguntas de este tipo. 😉

Segunda infancia: De los 7 a los 10 años

En este período de la vida de un niño, la imaginación y la creatividad vuelan. Pueden imaginarse la muerte como algo violento, agresivo, arrebatador o fantasmagórico. Inesperado. En estas edades, o incluso en el período anterior, muchas familias comienzan a enseñar a rezar a sus hijos oraciones antes de quedarse dormido, bien porque profesan la fe católica, o bien porque los niños se están preparando para la Primera Comunión. Algunas de esas oraciones pueden confundir o asustar más al pequeño, si no son bien explicadas.

Le pido al Señor que cuide mi alma. Si muero antes de despertar, le pido al Señor, mi alma tomar.

Que mis pecados sean todos perdonados. Bendice a los amigos que amo también. Tómame, Señor. Llévame por fin, al cielo. Feliz allí contigo he de habitar.

Frases como las anteriores, si no son aclaradas, pueden crear temores en el niño a quedarse dormidos, por ejemplo. Todavía estos chicos no comprenden el significado de conceptos abstractos como el alma, el “cielo” (para ellos el cielo es ese espacio de color azul que parece rodear a la Tierra), o el más allá.

He intentado resumir muchos aspectos importantes, pero como veis, es un tema complejo. Sin embargo, quizás sea ahora más “sencillo” ponernos en el lugar de los niños y entender que nuestras palabras pueden ser determinantes. La semana que viene, centraré las dos entradas en los preadolescentes y en los adolescentes, y en cómo  hablar con los niños  de forma que comprendan las ideas principales de aquello que les queremos transmitir.