Quizás alguna vez hayáis pensado en el por qué de tomarnos todos los mismos períodos vacacionales, con las consecuencias que eso puede tener para nuestro día a día. Si pensamos en esas consecuencias, es posible creer que sería bueno organizar los descansos de los trabajadores de modo que no se paralizase el país. Largas colas en las carreteras para tomarnos vacaciones en julio y agosto tienen una razón. Y de mucho peso.
En la entrada de hoy, veremos algunos de los motivos por los que es adecuado descansar cuando la temperatura en el ambiente es muy elevada:

- Se produce un bloqueo de las capacidades cognitivas: La atención disminuye, y los procesos cognitivos que llevamos a cabo para hacer incluso operaciones simples o del día a día resultan afectados. Así, algo tan sencillo como un cálculo matemático o recordar una tarea se vuelven dificultosas con mucho calor.
- La sensación de cansancio y desorientación aparecen mucho antes: Con el calor, se puede dar la circunstancia de que sea más difícil conciliar el sueño o simplemente conseguir una sensación de descanso que nos permita reiniciar nuestras actividades durante el día.
- Los tiempos de reacción a la hora de tomar decisiones aumentan: En nuestro trabajo debemos tomar decisiones cada día. Y no sólo en el trabajo, sino también en nuestra vida. Hagamos lo que hagamos. La toma de decisiones requiere de nuestro cerebro un gran esfuerzo a nivel cognitivo, y una gran capacidad de concentración. Las altas temperaturas aumentan considerablemente el tiempo necesario para tomar una determinación sobre algo. Necesitamos más tiempo para llegar a una conclusión.
- Desciende el rendimiento en el trabajo: A estas alturas de la entrada, habremos llegado ya a la conclusión de que todas estos motivos nos impiden rendir igual de bien que en otros períodos del año. Muchas empresas lo saben, de ahí la implantación de la jornada intensiva, o el horario de verano. Siempre supone para los trabajadores un cambio de mentalidad a la hora de llegar al trabajo a diario, y psicológicamente incluso puede favorecer el rendimiento.
- Disminuye la creatividad: Aquellas personas que dependen de su capacidad creativa para realizar un trabajo lo saben. Algunos dicen de forma jocosa que sus musas se han ido de vacaciones de verano también. La mentalidad y el pensamiento divergente se ausentan debido al calor.
- Cambios de humor y menos capacidad de empatía: El psiquiatra Francisco Alonso-Fernández lo resalta. Tenemos menor capacidad de entender al otro, y consecuentemente hay más posibilidades de malos entendidos o de enfados.
- Aparece la irritabilidad e incluso la agresividad: Temperaturas de más de 30 grados traen como consecuencia un incremento de la descarga de adrenalina, al igual que cuando nuestro cerebro siente la necesidad de escapar de una situación amenazante. Como consecuencia de ello, nuestro sistema nervioso activa la emoción de la ira, que a la vez hace aparecer a la agresividad. En la película de 1993 Un día de furia (Falling Down), Michael Douglas interpreta a una persona con grandes niveles de frustración generadas por dificultades cotidianas, entre las que se encuentra implicadas el exceso de calor que sufre la ciudad.
Pero no nos confundamos. Todos nos alegramos cuando llega la primavera y el verano. Hay autores que señalan que esta alegría, no es tanto producida por la llegada de altas temperaturas como por el aumento de la cantidad de luz solar. Es decir, hay más horas de luz. Y esto hay que diferenciarlo de las altas temperaturas.
Como veis, el ser humano es extremadamente sensible a nuestro exterior. Aunque adoremos la luz, el sol, el calor… todo en demasía puede conllevar consecuencias. ¡Aun así, disfrutemos del verano!
Todo lo que estimula nuestra vida, trayéndonos calor, frío, tristezas, es breve y es saludable. ¡Sopórtalo, entonces, como lo hace el sabio!
(Mahabharata)